Importancia del
contexto familiar en el desarrollo infantil
La responsabilidad de educar a los hijos ha recaído
durante muchos años en el grupo familiar y progresivamente, la escuela y otros
agentes educativos han ido asumiendo la tarea y la responsabilidad de
satisfacer las necesidades que plantea el desarrollo de los niños y las
niñas para preparar su futuro en el núcleo de la sociedad.
La familia es para el niño su primer núcleo de
convivencia y de actuación, donde irá modelando su construcción como persona a
partir de las relaciones que allí establezca y, de forma particular, según sean
atendidas sus necesidades básicas (Brazelton y Greenspan, 2005). Los padres
como primeros cuidadores, en una situación “suficientemente” buena, establecerán
un vínculo, con el niño/a que les permitirá interpretar aquellas demandas de
atención y de cuidado que precise su hijo en cada momento. Ellos serán los
primeros responsables en la creación de unos canales y significación que
favorecerán su desarrollo paicologico.
Según Barudy (2005) los buenos tratos a niñas
y niños aseguran el buen desarrollo y el bienestar infantil y son la base del
equilibrio mental de los futuros adultos y, por tanto, de toda la sociedad. El punto de partida de los buenos tratos a la infancia es la
capacidad de madres y padres para responder correctamente a las necesidades
infantiles de cuidado, protección, educación, respeto, empatía y apego.
La competencia parental en estos aspectos vitales permite que las
niñas y los niños puedan crecer como personas capaces de tener una buena
autoestima y de tratar bien a los demás.
Es evidente que la familia juega un papel fundamental al ser el contexto en el que las
niñas y los niños establecen sus primeros vínculos afectivos, en donde
aprenden las primeras cosas y en donde el mundo comienza a cobrar sentido.
También es cierto, que la red social de
apoyo de la cual disponía la familia (abuelos, vecinos, ...) que de alguna
manera ejercía una función de coparentalidad, ha ido mermando su presencia
debido a transformaciones socioculturales de diversa índole como la pérdida de
la primacía del modelo familiar, la incorporación de la mujer al mundo laboral
extradoméstico, el retraso en la edad de la maternidad, el cambio en las
tipologías familiares, el incremento en la esperanza de vida (Aparici, 2002). Y cada vez existe más conciencia social de
que el cuidado de la primera infancia debe hacerse de forma diferente a como se
realizaba tradicionalmente.
La
desaparición de apoyos sociales en el propio ámbito familiar y la falta de
otros nuevos en la organización de las sociedades modernas, hace que muchas
familias se encuentren inseguras y desorientadas en cuanto a pautas de crianza adecuadas y modelos
educativos coherentes y que, en consecuencia, acaben «delegando» la educación
de sus hijas e hijos en los profesionales de la educación (Vila, 2000a,
2000zb). De ahí que la PSICOEDUCACIÓN aparezca cada vez más como una necesidad
imperiosa de la vida moderna en relación con el cuidado de las niñas y niños.
Bibliografía
http://maestroloopsiquiatriainfantil.blogspot.com/2010/11/psicoeducacion.html
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