lunes, 9 de abril de 2012

LOS EFECTOS DE LA VIOLENCIA COMUNITARIA EN EL DESARROLLO DE LOS NIÑOS

NANCY G. GUERRA, EdD
CARLY DIERKHISING, MA
University of Delaware, EE.UU. University of California at Riverside, EE.UU


Las comunidades en las que los infantes crecen pueden tener un efecto profundo en los adultos en que se convertirán. Muchos niños son criados en un ambiente tranquilo y acogedor con una profusión de recursos. En el otro extremo del espectro, muchos niños crecen bajo condiciones de adversidad. Esto se traduce frecuentemente en la ausencia de los recursos básicos que se necesitan para el desarrollo. Pero la adversidad también puede reflejar la exposición elevada a los acontecimientos negativos que dan forma a los resultados de vida.
La exposición a la violencia comunitaria está entre las experiencias más perjudiciales que pueden vivir los niños, que afectan su forma de pensar, sentir y actuar. La violencia comunitaria se refiere a la violencia interpersonal en la comunidad que no es cometida por un miembro de la familia y que tiene la intención de causar daño. Puede ser un subproducto de distintas circunstancias, que abarca desde el crimen y violencia en el vecindario, hasta en los conflictos o guerras civiles continuas. La exposición a la violencia se define como una experiencia indirecta de violencia (por ejemplo, escuchar hablar de la violencia), ser víctima directa de un acto violento, o presenciar violencia que involucra a otros.



Resultados de las investigaciones

¿Cuál es el impacto de la exposición sobre el desarrollo infantil? Un mensaje claro es que “La violencia engendra violencia”– Los niños sometidos a la violencia tienen más probabilidad de quedar atrapados en un ciclo de violencia que conduce a futuros comportamientos violentos, incluyendo la agresión, la delincuencia, crímenes violentos y abuso infantil. Esto es válido para todo tipo de exposición a la violencia infantil incluyendo, pero sin limitarse a, la violencia comunitaria.

Además, se ha considerado que la exposición a la violencia contribuye a problemas de salud mental durante la niñez y la adolescencia. Los trastornos psiquiátricos incluyendo la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (PTSD) se encuentran con más frecuencia entre jóvenes expuestos a la violencia comunitaria.5 Muchos niños tienen más de un síntoma o trastorno. Por ejemplo, en una encuesta nacional sobre la exposición de los adolescentes a la violencia, casi la mitad de los muchachos diagnosticados con PTSD mostraron un diagnóstico de depresión comórbida, y casi una tercera parte tenía trastornos comórbidos por usos de estupefacientes. Entre las muchachas diagnosticadas con PTSD, más de dos tercios tenían también un diagnóstico de depresión comórbida y un cuarto sufría de trastornos comórbidos por usos de drogas.

La exposición a la violencia tiene influencias sobre el desarrollo en muchos campos y en diferentes etapas. Puede tener impacto sobre el desarrollo neurológico, físico, emocional y social de los niños, y frecuentemente conducen a una avalancha de problemas que interfieren con la adaptación.

Las dificultades que forman estas relaciones vinculantes pueden interferir con el desarrollo de un sentido básico de confianza y pueden comprometer futuras relaciones en la edad adulta.

La supervivencia humana depende de la activación de la respuesta de “la reacción de luchar o fugarse” ante amenazas potenciales. Aun para muchos niños, la exposición elevada a la violencia comunitaria crea un estado constante de miedo, que activa el aparato de respuesta al estrés en el sistema nervioso central. 

La relación entre la exposición a la violencia comunitaria, el desarrollo cognitivo social, y el comportamiento se ilustra mejor en el examen de los mecanismos involucrados en el ciclo de la violencia. Mientras los niños crecen y desarrollan una comprensión cognitiva más sofisticada del mundo social, el plano del desarrollo neurológico vinculado a la exposición temprana a la violencia puede traducirse fácilmente en una visión distorsionada del mundo. Para algunos niños (en particular niños), puede conducir a la hipervigilancia ante las amenazas, la atribución errónea de intención o voluntad para aprobar la violencia.




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